Si el cliente es una empresa o un consumidor final, el proceso de decisión de compra tiene etapas muy distintas.
En el caso de las empresas, suele haber más de una persona implicada en la decisión de compra (existen más filtros) y la fase de valoración es más larga y concienzuda.
No hay lugar para el impulso, la novedad, la urgencia o la imagen de marca (factores que sí importan de cara al consumidor final).