
Vivimos inmersos en un mundo en el que todo es comunicación: contenidos, mensajes publicitarios, estímulos visuales, llamadas a la acción… ¿Cómo podemos destacar nuestro “lo nuestro” en todo ese ruido digital? Tranqui, que hay maneras de hacerlo. ¿Has oído hablar del marketing de experiencias?
¿Quieres que tu mensaje destaque? No des la chapa: comunica con experiencias.
Hoy por hoy, la gente está bastante saturada de mensajes, pero es receptiva a las experiencias. Y eso nos está indicando cuál es el camino. Apostar por el marketing experiencial es una forma de fomentar las comunidades y establecer relaciones duraderas entre los clientes y las marcas.
Sé sincero y di qué te gusta más: que tu colega del trabajo te cuente sus maravillosas vacaciones en Bali o ir tú mismo a comprobar si es un sitio tan molón como parece.
Vale, estamos de acuerdo.
Y quien dice eso dice cualquier otra cosa. Que nos lo cuenten está bien, pero siempre nos va a impactar más ver, tocar, probar, participar.
Por eso muchas marcas han incorporado el marketing experiencial en su cartera de estrategias. Saben que si crean fórmulas para que el usuario experimente por sí mismo, lograrán crear vínculos más sólidos y duraderos.
Las experiencias emocionalmente impactantes de los consumidores son un valor en alza a la hora de fomentar la comunidad y generar lealtad a la marca a largo plazo.
No hablamos de dejar de lado otras fórmulas más habituales, sino de combinarlas con la creación de experiencias memorables, que promuevan la interacción y forjen conexiones.
Con esa doble fórmula, los resultados se multiplican.
¿Y cuáles son los objetivos de este tipo de estrategias basadas en generar experiencias?
El más importante ya te lo hemos dicho: crear conexiones emocionales entre las marcas y su público objetivo.
“Pero yo lo que quiero es vender. Las conexiones emocionales molan, pero ¿van a llevar euros a mi cuenta bancaria?”.
Para responder a eso, echa un vistazo a lo que una estrategia experiencial aporta a las marcas:
Como ves, todos estos beneficios acaban fidelizando clientes y aumentando las ventas.
Hay muchísimas acciones que se pueden enmarcar dentro del marketing de experiencias. Incluso se pueden hacer combinaciones para crear nuevas y más memorables experiencias. Te contamos las más habituales.
Pueden ser de muchos tipos, desde organizar un concierto, una carrera deportiva, un lanzamiento de un producto, una fiesta temática… Enganchan a la audiencia porque permiten tomar contacto con la marca y sus valores.
Son espacios físicos o digitales diseñados para sumergir a los visitantes en el mundo de la marca. Por ejemplo, una exposición interactiva o una experiencia de realidad virtual.
El poder de las colaboraciones es inmenso. Participar en eventos de terceros, organizar experiencias con otras marcas, aprovechar el marketing de influencers… son estrategias para compartir audiencias que benefician a todas las partes.
Probar antes de comprar es una estrategia muy convincente. Degustaciones, muestras de productos de belleza, eventos para presentar un videojuego… Las demostraciones en vivo tienen un altísimo potencial de conversión.
Aprender a maquillarse, a cocinar o poner un suelo vinílico para renovar el cuarto de baño. Enseñar a utilizar los productos también es una forma de vender.
El marketing experiencial es una herramienta fantástica para hacer crecer un negocio, pero hay más. La magia del marketing está en emplear las adecuadas para cada necesidad, orientadas a objetivos concretos y con un seguimiento eficaz.
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